Hoy escribo después de leer
las primeras dos entradas de este blog. Ya hace más de un año que
intermitentemente escribo acá y pienso que madure muchísimo como persona y como
ser. Ya no busco esas cosas imposibles que en algún momento inundaban mi
pensamiento, ya no busco realidades paralelas donde habita el “podría ser” o el
“que hubiera sido”, ya no creo en las hadas o en algo similar, ya no espero al príncipe,
ni mucho menos creo que es azul (pitufo). Ya no me siento en el Cordón de la
calle y espero que me levanten.
Hoy siento que por más que
quiera ignorar o hacerme creer a mí mismo que hay cosas que ya no me importan,
estas vuelven y recargadas. Acepto que muchas personas que un día hace casi dos
años dije no querer volverlas a ver hoy ciento nostalgia.
El recuerdo…
Más allá de todo lo que
pueda causar recordar, hoy atesoro todo eso. Y pensar que hace meses veía los
recuerdos como cadenas en los tobillos que no me dejaban caminar libre hacia mi
vida.
Muchos son los logros desde
hace dos años. Muchas son las perdidas. Pero quiero seguir pisando en lo que
siempre considere el pasado? Quiero seguir viendo a la cara a todo aquello que no
tengo más?
Cuestionamiento con el que tendré
que lidiar hasta que descubra una respuesta apropiada. O solo una respuesta.
Acá va una de mis ultimas obras. Recién salida del horno.
Esta obra fue un intento de hablar en un principio sobre la
deforestación de los
espacios naturales de la argentina, pero al verla mientras la creaba
cambie la orientación hacia algo mas positivo. Que si en verdad es no
una maquina de deforestación, destrucción, si no una de forestación. Un
mecanismo en el cual a través de finos hilos, de celular, de vida,
podemos recrear todo aquello que le quitamos a la naturaleza. Es una
utopia querer que de una pieza de madera cortada e incluso podrida,
lograr una vida, una semilla pero quizas es un comienzo para pensarlo
como un proyecto a futuro y darle una vuelta de tuerca al dicho "de
vuelta a la semilla"